jueves, 6 de marzo de 2014

DESAFIOS Y PERFILES DEL NUEVO RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO.

POR RAFAEL CASTILLO PACHECO.
PROFESOR DE ECONOMIA Y POLITICAS PUBLICAS.

Hace  bien, el Diario La Libertad, con desplegar en sus páginas, contenidos que narran el acaecer  vigente de la Universidad Del Atlántico, y lo hace mucho mejor, cuando desde sus páginas, se escriben editoriales orientadores, como el del pasado 25 de Febrero, titulado “La Universidad debe tener en sus filas una figura académica”. El merito de esos trazos, podrían considerarse un comienzo de generación  de masa crítica en el departamento, sobre el tema de la sucesión rectoral, planteando unos perfiles para el cargo, honestamente poco discutidos los presentados, pero objetivamente harían  parte de un todo, que nos falta escrutar, por sustentar y decantar. Ya el periódico había publicado un artículo en igual sentido, firmado por el profesor Jaime Colpas, que adiciona una invocación a los gobiernos nacional y departamental  para que escogiesen  un “ Albert  Einstein”, para esa importante dignidad.

Pondero el esfuerzo  investigador del profesor y el del editorialista por hacer unas líneas sobre un tema, en el que ciertamente hay poca literatura e investigaciones realizadas en el país y en Latinoamérica, sobre los perfiles de rectores para Universidades Públicas. Dentro de lo que está disponible, rescato con plus valor, lo que publicara el Mexicano Abril Acosta Ochoa, que focalizó su estudio en tres universidades de ese país, con distintos niveles de problemáticas, razonablemente parecidas y distintas a la de nuestra alma mater.  En el documento, el académico explica los factores, que dominan los problemas universitarios de las instituciones públicas de educación superior estudiadas, y cuenta los resultados del desempeño de los rectores,  entre los que se contaba un académico, un académico administrador y un administrador.

Para mí, resulta del mayor interés, ocuparme para el caso típico de nuestra universidad pública, del tema del perfil y las tareas del futuro rector, contribuyendo con unas glosas, que ayuden a refrescar la discusión, que puedan orientar a la comunidad académica y a los actores decisores. Estos son los tópicos que planteo sobre el tema:

1. Desarrollo y profundización de la  Democracia Universitaria, con capacidad para vincular a los actores que cumplen los procesos de docencia, investigación y extensión a la toma de decisiones. Así mismo,  construir escenarios en el que se desarrollen los desacuerdos, para que sean fértilmente tratados, desconfiando de toda concepción unanimista del poder. Se requiere que se restituyan, se direccionen y se empoderen los órganos colegiados de la institución (Consejo Académico, Consejo Superior, los claustros) hacía procesos que enaltezcan la Universidad como productora del bien común, como fuente inspiradora del saber, que incentive  los valores de la creatividad humana, respetuosa de la pluralidad y forjadora de a la nueva ciudadanía.

2.  La Autonomía Universitaria,  defendida por las posibilidades de producir, utilizar y socializar conocimientos útiles a la sociedad, sin condicionamientos e interferencias, pasando por la instauración de sistemas de pesos y contrapeso debidamente reglados y reconocidos, que discutan y escruten el desempeño de la gestión, hasta llegar a decidir sus propios gobernantes.

3. La legitimidad democrática, constituida por las ofertas programáticas que haga la rectoría a la comunidad universitaria, y de su capacidad para llevarlas a cabo. A la par , el reconocimiento de sectores mayoritarios a su gestión, derivado de procesos continuos de rendición de cuentas; como también, el ascendiente del rector, entre los actores para   recoger sus iniciativas y traducirlas en acciones de gobierno.

4. Gobernabilidad, derivada de la capacidad para  construir consensos programáticos con todos los actores de la vida universitaria, fundados y constituidos sobre los fines misionales de la institución.  Se requiere  un gobierno universitario participativo de los distintos matices, expresiones y actores que tienen presencia en la universidad, en función de sus méritos.

5. Visión para construir escenarios futuros, desde el análisis de prospectiva, encauzado a predecir el desarrollo del alma mater,  construyendo desde la condición de planificador del rector , de su equipo y de actores involucrados, las rutas, para cumplir los desafíos que se inscriban en un Plan de Desarrollo retador, soberanamente ejecutable.

6.  Un Proyecto Educativo Institucional Consecuente con las nuevas tareas de la educación pública contemporánea, que incite a la renovación pedagógica, que proponga un nuevo modelo de la gerencia académica, creando un sistema orgánico, en el que estén articulados la misión, propósitos y  los objetivos, colateralmente con rediseños curriculares, la administración de los programas, el manejo eficiente de  los recursos físicos y financieros, las políticas de seguimiento al accionar universitarios, benéficas políticas de bienestar, así como la definición del las tareas sustantivas de la universidad. Se necesita abrir más caminos, para el desarrollo de la democracia participativa, por lo que se sugiere que el rector tenga grandes competencias sobre el  trabajo en equipo. Que sea decididamente  un facilitador de procesos de construcción de mayor institucionalidad, sin personalismos.

7. Competencias administrativas y financieras probadas, capaces de sortear escenarios complejos con éxito. Añadiéndole, competencias para  conseguir nuevas fuentes de recursos, como la de  ejecutar eficientemente los que están disponibles, conformando presupuestos participativos que reflejen los anhelos de los actores. El rector tiene que tener una  capacidad de resolución probada, para resolver audazmente sobre el filo de la normatividad jurídica y los contextos académicos deseables, las distintas problemáticas que conciernen hoy a funcionarios administrativos y docentes.

8.  Liderazgo para el desarrollo de nuevos liderazgos, que busquen consolidar las tareas medulares de la Universidad,  que jalonen la investigación vista como un sistema, que trasciende los esfuerzos individuales. La acreditación en todas sus fases, planteada como un proyecto central no solo de facultades ni voluntades excepcionales, y la puesta en acción, de una extensión  pertinente, que concite los intereses de la sociedad con nuestro que hacer académico. 

9. Un gerente orientado hacía los proyectos con un saber hacer público, cuyas ejecutorias y las de su equipo impacten la productividad universitaria positivamente. A partir de un uso optimo del talento humano disponible, elevando su formación; que recaude y socialice las mejores prácticas acumuladas en nuestra existencia (nuestro “know how” ), siguiendo también a las  instituciones del ramo que lo hacen mejor (Benchmarking),  y eche mano de tecnologías de vanguardia, que creen valores marginales en los procesos de formación pedagógica y administrativa.
10.  Lo anterior, superaría la tesis, de que sería un hombre o mujer providencial, el personaje por designar. Un “Albert Einstein” esquivo (el nobel nunca dirigió), que luego de ruegos, decidiría  abandonar su hábitat en las galaxias, para intentar conducirnos por los proverbiosos caminos, que se abren en el sistema planetario, capaces de superar el acontecer académico del  globo terráqueo.  Lo que se necesita es un rector curtido en nuestros avatares cotidianos: Con la piel Uniatlanticense, que conozca sin despreciar nuestros valores idiosincráticos, sumergido en nuestro currículo oculto, que identifique las zonas sombreadas y las relucientes de nuestra alma mater. Un rector asertivo, de  diagnósticos concretos, que plantee terapéuticas ajustadas a nuestras propias ambiciones y expectativas. Que conozca la misión cautelar de la Universidad pública, como generadora y facilitadora de bienes públicos fundamentales para la sociedad regional, sin exclusiones ninguna.