Por RAFAELCASTILLO PACHECO.
Vale la pena pasarle un vistazo a la protesta que un grupo numeroso de estudiantes viene realizando hace varios días, luego de conocerse la decisión que tomaran las directivas de la Universidad del Atlántico de no acceder a la solicitud de nuevos plazos para poder cumplir ellos con el requisito de matrícula. El asunto pasaría inadvertido, si no fuera por el significativo número de jovenes que están involucrados en el problema.
Es un hecho cierto , que los estudiantes en conflicto terminaron su calendario académico del semestre ,dado que habían cumplido la primera fase del proceso como es la matricula académica, circunstancia que les creaba la condición de poder aparecer en los listados de sus cursos para que los docentes pudieran procesarles sus evaluaciones. En este interregno los educandos estuvieron demandando servicios administrativos, consumiendo servicios públicos, usufrutuando los conocimientos impartidos por el docente, ocuparon SILLAS y salones que la Universidad se ve forzada a negar a mas de 5OOO personas que quedan semestralmente sin opción de ingresar a ese centro académico, lo que en términos de costos de oportunidad, para universidad y estudiantes es sumamente alto.
No es discutible la importancia que tiene la aplicación del estatuto estudiantil, pero hay principios vectores de rango constitucional connaturales a la administración pública de útil apelación para resolver casos similares, como son los de eficiencia, eficacia y economía. Los recursos financieros y logísticos en la Universidad Pública son escasos, luego el fin debe ser buscar su mayor optimización, evitando que ella misma vuelva a repetir la inversión que ya realizó en el momento en que los tuvo en sus aulas de clases, promoviéndolos a semestres superiores los que cumplieron con su plan de estudios satisfactoriamente. Se debería elaborar, además, un plan de seguimiento integral, ante la alarma generada para que estos jóvenes hagan parte del 15% de los nacionales colombianos que logran terminar su ciclo de educación con un título de educación superior. Ahora, la decisión por el contrario, impide que la Universidad no reciba unos 64 millones de pesos que podría costar el valor de la matricula de los afectados, porque que hay que decir que ellos no están pidiendo exoneración, sino están renovando unos deseos inmensos de concluir sus carreras.
La forma como se ha resuelto el asunto, afectando intereses de estudiantes y de la Universidad, es planteando un galimatías estudiante o estatutos. A mi juicio en un contexto más amplio si los estudiantes son el centro del proceso de enseñanza - aprendizaje, el galimatías resultante sería entre el cumplimiento rígido de la norma frente a la sensibilidad humana que garantiza el derecho a la educación de jóvenes que en un 85% pertenecen a los estratos 1, 2, y 3, como es el caso de las personas que reciben formación en la Universidad. La alternativa que buscar más bien, programas que les den sostenibilidad a los estudiantes de condiciones económicas difíciles, para optimizar el costo que anualmente invierte el Estado por estudiante en la Universidad que se acerca a los seis millones de pesos por año. Los ingresos menguados de las familias de estos estudiantes son una barrera, que se debe comenzar a derribar con iniciativas como las adoptadas por las Universidades de Santander y Guajira en las cuales las matriculas son financiadas por sus departamentos. Si más de la mitad de los estudiantes son residentes en Barranquilla, creo que las dos entidades territoriales, el Distrito y el Departamento del Atlántico podrían sufragar los costos de la matricula que por año podrían ser del orden de los 7 mil millones de pesos.
Contrario a considerar que unas matriculas de bajos costos relativos pudieran ser los únicos incentivos para paliar la problemática de deserción que alcanza el preocupante índice del 48% en el país, se ha concluido que ni siquiera esto es suficiente, porque universidades de rango mundial y nacional, están trabajando en la elaboración de incentivos académicos, psicológicos y también económicos para conjurar el problema de cobertura del 35.% que de acuerdo con el Ministerio de educación se alcanza en Colombia. Los problemas de “fallos en el mercado” como es el caso de demanda efectiva de los estudiantes, se tienen que resolver con el Principio de utilidad social planteado por el PNUD en el estudio “EDUCACION LA AGENDA DEL SIGLO XXI” en el que se señala la importancia de “financiar las funciones que los particulares no terminarían de financiar por sí solos la preparación del recurso humano para ciencia y tecnología)”
Para entender la magnitud de lo que está en juego, es conveniente remitirse al estudio “ ANÁLISIS DE DETERMINANTES DE LA DESERCIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR OLOMBIANA CON BASE EN EL SPADIES(Sistema para la Prevención y Análisis de la Deserción –SPADIES) recientemente publicado por el Ministerio de Educación y que adelantara por solicitud de éste, la Universidad de los Andes . En gran medida se hace una ponderación de los factores que impactan los procesos educativos, entre los que sobresalen los académicos y financieros. El documento muestra cómo los factores económicos están ligados al rendimiento de estudiantes, cuáles son las regiones donde estos elementos tienen una mayor repercusión, al tiempo que mide los grados de correlación existentes entre las variables financiera y las pruebas ECAES.
El documento muestra que las instituciones con los más bajos niveles de deserción estudiantil, son las que mejor puntaje obtienen en las pruebas ECAES. Al mismo tiempo, se puede observar entre los departamentos en donde se consiguen los resultados más bajos en las pruebas mencionadas, está el Atlántico con 94.6 puntos que sólo supera nacionalmente a Cauca, Sucre y Guajira, mientras entre los de altos rendimientos en las pruebas ECAES, está Antioquia con 103.5 puntos, Valle del Cauca con 102.72
En definitiva se tiene que avanzar en la construcción de estrategias integrales de políticas educativas que se sustenten sobre planes inclusivos como los subsidios alimentarios, o de carácter económico que ayuden a financiar a los estudiantes los textos, el transporte y necesidades elementales como la vivienda a la par de incentivos de tipo académicos y psicológicos. La implantación de estos programas son generosos por sus resultados, tal cual los evidencia el mencionado estudio cuando compara el puntaje obtenido en los exámenes ECAES de quienes recibieron apoyo financiero que obtuvieron 102.32 de puntaje promedio contra 100.59 de los que no les fue otorgado. La diferencia es la significativa cifra de 1.73 puntos. Cuando el apoyo financiero es otorgado durante cuatro semestres o más en las instituciones oficiales una permanencia del 91% en segundo semestre y del 75% en décimo; entretanto los que no reciben apoyo financiero, su permanencia en el último semestre es del 33%.
La Educación Superior y la Universidad no son bienes privados sino bienes públicos sociales. Es decir, instituciones han surgido y se explican en función de la sociedad. El ministro de Educación de Brasil, Fernando Hadad, al respecto señala que en cuanto la educación sea considerada como un bien público se convierte en un derecho humano fundamental. En ese sentido vale la pena citar la Declaración Mundial Sobre Educación Superior de 1.998 que en su artículo 4 reza: “los Estados Partes se comprometen a "hacer accesible a todos, en condiciones de igualdad total y según la capacidad de cada uno, la enseñanza superior". Así como en la DECLARACIÓN FINAL DE LA CONFERENCIA REGIONAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE incorpora el tema de la “misión social, como un tercer pilar de la Universidad latinoamericana a lado de la formación académica y la investigación. El nuevo rostro universitario recogido en lo que se llama responsabilidad social de la Universidad se fundamenta en cuatro procesos: Formación, Investigación, participación social y gestión institucional en esos campos.