POR : RAFAEL CASTILLO PACHECO
No le está quedando fácil a los altos oficiales de la Policía explicar creíblemente el ascenso cruento que alcanzan las cifras de criminalidad en el país, ahora que en las principales ciudades, se disparan los delitos contra la integridad y el patrimonio que dejan traslucir que la Política de Seguridad Democrática, neutralizó buena parte del crimen en las zonas rurales y carreteras, pero está exhibiendo a nivel urbano inquietantes grietas que cada vez se hacen más notorias en sus profundidades y en sus anchuras.
Uno de los reclamos que hacen los Colombianos de 13 grandes centros urbanos, es la poca contención que tiene el delito de homicidio que este años escala niveles preocupantes de incrementos con un 10.8% en el acumulado Enero- Junio del presente año, que generaron 577 homicidios más que en el 2.007 de ese mismo periodo (6.833 vs 7.410). En el caso de Atlántico si bien, las cifras reveladas muestran un ligero descenso de tres puntos porcentuales, la cifra acumulada de 279 no deja de ser inquietante, pues en Barranquilla se disparó en 12 casos más, con reducciones notables en Soledad y Malambo. El interrogante que resulta, es sino se está cambiando solo el escenario del crimen.
En un artículo que escribí hace 4 años daba cuenta de dos grandes franjas, en donde se estaban presentando los homicidios, y que es el mismo que en términos generales menciona Alfredo Palencia en su intervención en el Foro sobre seguridad celebrado recientemente. Los barrios donde estos tienen una mayor manifestación son dos franjas: La que conforman Rebolo, -San Roque, La Chinita, El Ferry y Simón Bolívar, allí en ese corredor se han cometido 41 homicidios; y la otra franja de Santo Domingo y el bosque con otros 16 homicidios. Siendo evidenciados, me pregunto los lugares y los eventos por qué no se tienen unos resultados más elocuentes en materia de prevención y contención. El 25 por ciento de los homicidios se concentra en 7 barrios de la ciudad.
Para el Gobierno Nacional no han sido nada digerible los estudios, cada vez mas coincidentes, que muestran la manera como se ha ido desplazando los factores de violencia del área rural colombiana a las ciudades, y como la agenda “antiterrorista” se va quedando rezagada, frente a las múltiples y variadas formas de criminalidad que se toman las ciudades, donde ya se presiona por aplicación de políticas públicas orientadas al tema de la seguridad ciudadana que involucren en el tratamiento de la problemática el tema del bienestar de los ciudadanos, acciones que tengan que ver con la calidad de vida de sus habitantes, la dignidad humana en términos de liberad, acceso al mercado laboral y la creación de oportunidades sociales.
Recientemente en una estación radial, el general Naranjo, se defendía señalando que estamos lejos de los índices de criminalidad de los años 90s de 45 muertes por cada 100 mil habitantes, que sus hombres están operando en el desmonte de las cabecillas de las grandes organizaciones criminales. La Policía está actuando dice su comandante, pero la delincuencia también, con un ingrediente de dinámica superior porque de forma continua “reinventa” los modos de delinquir, para los que poco aplican los recetarios de siempre que salen de los Consejo de Seguridad. No es cuestión de ver las estadísticas de forma lacónica, cosa que comparto, pero en todas las ocasiones General, no cuando nos desfavorecen o cuando el dedo no alcance para tapar el sol.
Quien nos salió general, fue el Brigadier Oscar Páez, Director de Seguridad ciudadana de la Policía, quien vino el viernes pasado a un foro sobre seguridad realizado en el Hotel del Prado. Cuando varios de los asistentes estábamos esperando conocer las variantes estratégicas definidas para enfrentar la presente coyuntura de criminalidad en Barranquilla, el Oficial en presencia de autoridades y ciudadanos, con cierto aire político no hizo sino felicitarnos por la iniciativa del Foro, dejó frases de aliento como vamos bien, y hasta nos exhorto a elegir buenos gobernantes. El problema, también para el General Páez, es que hay una lectura plana de la información Estadística, que muchas veces se tiene la percepción, pero los eventos no tienen ocurrencia y le da cierta subjetividad al análisis. La intervención del Genera la tomé como un somnífero.
Con los estudios de percepción se visualiza la manera como las personas miran a sus localidad en asuntos como el riesgo en seguridad y violencia, los miedos que las envuelven y los sitios que identifican como peligrosos. Debo advertir que lo que genera la percepción de los ciudadanos son los hechos, no la tozudez de las interpretaciones académicas o ideológicas. Por eso creo importante citar un estudio que sobre el tema hizo la Fundación Seguridad y Defensa, sobre percepción en 6 ciudades del que resultan cosas preocupantes. Allí el 67% de los entrevistados dijeron que la ciudad es insegura, y apenas un 2% dijo que era segura. Entretanto un 46% en la institución que mas confían es la Fiscalía y el 23% que sigue señalan que no confían en ninguna institución. El nivel de confianza en la Policía es del 50%, según se revela.
Quiero finalmente recordarle a los lectores los programas que ha puesto Bogotá en los doce últimos años para alcanzar la tasa de homicidios que hoy tiene de 17 por cada 100 mil habitantes: Zonas Seguras, Tolerancia Cero, Ventanas rotas, Hora Zanahoria, Hora Optimista, capacitación de policías, Escuela de Seguridad Ciudadanas, Frentes de Seguridad, Comité de Vigilancia Epidemiológica, Bogotá Sin Hambre, y por supuesto los planes desarme que en tan buen tiempo se propone. Que vamos a hacer los Atlanticenses con un indicador 32 por cada 100 mil para llegar a guarismos parecidos?
http://rafaelcastillopacheco.blogspot.com/
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