LA DESNUTRICIÓN INFANTIL EN BARRANQUILLA Y EL ATLANTICO
POR: RAFAEL CASTILLO PACHECO
La nutrición de los niños, es cualitativamente la obra más sublime que pueda alcanzar sociedad alguna, pero los gobernantes prefieren ejecutar otras de carácter civil, para que la sociedad los recuerde, y quede imborrable la tangibilidad de su mandato. Los niños pobres de hoy no recordaran, creen ellos, quien le dio los primeros alimentos, pero si podrán apreciar las edificaciones, las vías y los puentes en la edad adulta, momento en él cual toman sus primeras decisiones electorales. Por eso las acciones de gobierno recaen sobre los adultos, a quienes les encanta asistir a las inauguraciones.
La nutrición de los niños, es cualitativamente la obra más sublime que pueda alcanzar sociedad alguna, pero los gobernantes prefieren ejecutar otras de carácter civil, para que la sociedad los recuerde, y quede imborrable la tangibilidad de su mandato. Los niños pobres de hoy no recordaran, creen ellos, quien le dio los primeros alimentos, pero si podrán apreciar las edificaciones, las vías y los puentes en la edad adulta, momento en él cual toman sus primeras decisiones electorales. Por eso las acciones de gobierno recaen sobre los adultos, a quienes les encanta asistir a las inauguraciones.
El tema de la desnutrición se ha ido acentuando en la medida en que las políticas de combate a la pobreza se declaran insuficientes. Con un descuido imperdonable, salvo algunas encuestas esporádica no universales, no hay sistemas de información confiable que revele de manera cierta, el estado nutricional actual de la población infantil por niveles críticos. Lamentable, también es, que los programas que se destinan para esos fines no estén poseídos de sistemas de medición, y cuando los haya no sean lo suficientemente confiable. “Auditar” los procesos de desarrollo antropométrico, después de entregar la asistencia alimentaria, es un imperativo ético para los gobernantes y entidades, porque el simple acto de llenar el estomago con consumo y gasto calórico ocasiona una prevalencia de sobrepeso y déficit de crecimiento.
La Encuesta Nacional de Nutrición realizada en 2.005 por el ICBF, muestra como casos peores, la desnutrición que aqueja a los niños de la Costa Caribe, Nariño y Cauca, pero con más énfasis en las zonas rurales. En Barranquilla y el Atlántico, las cifras se están midiendo por el número de fallecidos por el problema, sin que haya coincidencias entre los datos. El concejal Carlos Rojano reveló tener datos de 11 niños fallecidos y la Directora del Bienestar habló de 7. Hay poco que hacer en los Hospitales, cuando el tema de la desnutrición se ha tomado a los infantes, porque este tema no se puede seguir abordando de forma reactiva, cuando ya a ellos les queda solo un paso para caer en el abismo. Si tuviéramos una política integral, el comienzo sería atendiendo a las madres gestantes para reducir el preocupante índice 2.2 niños por cada 100 mil habitantes que nacen con problema de desnutrición en la ciudad, muy distante del 0.8 del nivel nacional.
El tema de la nutrición, no obstante, en el medio ha ido ganando terreno. Observo en el Atlántico un interés por debatir el tema, por introducirlos en la agenda del gasto social territorial con nuevas inversiones. Eso se tiene que traducir en acciones inmediatas, ojala en unas políticas de seguridad alimentaria, que no tenga como finalidad la entrega del alimento, sino toda la cadena desde la producción, distribución, comercialización hasta el consumo, pasando por la regulación de los precios evitando la especulación o el desabastecimiento con fines lucrativos. Con precios reales, por fin se volvió a probar carne en Las Malvinas.
Para tener una idea de lo que está pasando en nuestro medio, basta con tomar, a manera de ejemplo el caso de Bogotá. Entre programas de Bienestar, ONG y la Alcaldía mayoritariamente hay un millón de niños y niñas que reciben apoyos nutricionales entre comidas calientes, almuerzos en comedores comunitarios y suplementos nutricionales, que son el 12.5% de la población (8 millones habitantes.). En Barranquilla los datos disponibles indican que hay unas 100 beneficiarios entre la niñez, que reciben alimentos, eso es menos de1% del total de la población (1.200.000 habitantes.).
El éxito de la Capital no es solo cuantitativo, sino cualitativo. Con un sistema de seguimiento nutricional se pudo comprobar luego de cinco años que la desnutrición crónica y aguda cedió en un 60% de los niños entre los 6 y 13 años, por eso 500 mil estudiantes de entidades públicas mejoraron su peso y su talla, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Salud, la Universidad Nacional y la Universidad de Harvard. Las actuales y las nuevas inversiones que se anuncian en ese campo en el Distrito y el Departamento deben estar contenidas de un diagnóstico de entrada y mediciones a lo largo del programa, para que de verdad impacten la desnutrición con alimentos de calidad, nutricionalmente balanceados. Ojala se aprovechara todo el know how que tiene la Facultad de Dietética y nutrición de la Universidad del Atlántico en el área.