Un hombre que caminaba sobre el parque de la calle 19 en Simón Bolívar, se sorprendió, a pesar de estar acostumbrado a que en esa inmensa avenida suceda cualquier cosa, que sobre la 1 y 30 de la madrugada, unos jóvenes improvisaran una venta de CDS y DVDS a bajos precios, que sacaban de una enorme caja decorada con tonos azules regiamente organizada. Alguien de 20 años se acercó solicitando el disco de Tego Calderón, Winsi y Yandel: “Ella Se Entregó Bailando”, pero los mercaderes de ocasión ya lo habían vendido.
Faltando pocos pasos para llegar a la cancha Leonardo Orozco del sector, las sorpresas le seguían quitando el sueño, al observar que varias personas sujetaban entre la cabeza y el hombro izquierdo unas enormes columnas, mientras trotaban en sentidos diferentes, buscando vanamente evadirse sin ser visto. Con resuelta certeza, el hombre ligó el episodio de los discos al de los bafles, definiéndolos como piezas de un mismo botín coronado recientemente .
Ya había visto tendido en el suelo, parte del cercado de zinc desplegado sobre el campo de futbol, que transformaba al lugar en una caseta de baile, derribado por un sector de los asistentes, después de someterse a un apretado forcejeo por ganar la salida por la puerta principal, donde caían a la arena decenas de personas, pisoteada por zapatillas marca NIKE, ADIDAS y PUMA entre imitaciones y originales.
Ciertos elementos de la fiesta se convirtieron en ofensivos proyectiles. Así, se habían retirado las posaderas de los bancos, para lanzarlos por los aires semicircularmente a cierto blanco determinado. Las botellas sin líquidos, chocaban unas con otras en el cielo al salir disparadas de los cuatro rincones del improvisado salón
Tártara, un clásico de la salsa muy oído por estos días, interpretado por Joe Cuba, había estado sonando antes de la batalla campal. Descalificadoramente en seguidillas un DJ repetía el estribillo “porque para mi no eres más que una tártara…tártara eres tu, eres tartara…” cuando abría su set de una hora del flamante pick up El Scorpion que defendía los colores de Barranquilla en un publicitado duelo con el Rey de Rocha de Cartagena. Un animador Cartagenero, que sabe lo que pesa la música Champeta en este tipo de choques, apeló a la paternidad de la fecundísima producción de su tierra en el género, replicando que el repertorio de su contrincante solamente tenía de original un órgano que hacía sonar acompasadamente un integrante del equipo del Scorpión. Los ánimos se terminaron de calentar, cuando el agitador del Rey de Rocha proclamó que el color verde que distingue a su rival, no tenía nada que ver con el Junior de Barranquilla.
Las palabras que en escenarios más tranquilos, hubieran servido para inspirar un verso gracioso de un trovador, toco las fibras de unos fanáticos que siguen a un mamut hecho de chips, cables, luces, accesorios, 25 bafles, con 16 bajos 8 medios line array y maquinas LABB GRUPPEN. La ofensa del honor Scorpionano los conducían a las vías de hechos porque no en balde se había tatuado la inscripción “Junior tu Papá”, en el vidrio de la cabina central del pick up.
El “Mosca” un “irregulador” de tránsito de Barranquillita había estado contando la historia de los hechos como un cinematográfico relato de asalto: Unas “pintas” descendieron de un “mionca”, con sendos “chopos” en las manos penetraron al lugar del baile, tomaron todos los componentes del Rey de Rochas, lo subieron al vehículo y se marcharon con el mamotétrico trofeo. Marcos Pérez Caicedo decía que en Barranquilla se robaban hasta un hueco, pero el “Mosca” ni nadie en la ciudad conocía antecedentes de hurto de un pick up. Se robaron “medio” pick up, cuentan los residentes y que el camión había llegado al terminar la mañana del siguiente día pero con su propietario dispuesto a recomprar las partes que le habían sustraído a su equipo de sonido.
Los habitantes de Simón son alegres, pero no huaches, por eso rechazan ese tipo de espectáculo que la autoridad local no ha podido impedir. Los voceros del Consejo Comunal, dirigen el descontento con cartas y visitas a la Secretaría del Interior sin recibir respuestas concretas. La cancha Leonardo Orozco, reúne a miles de personas de todas las edades en una competencia sana, que privilegia la hermandad deportiva todos los fines de semana, por eso no se debe desnaturalizar con ese tipo de espectáculo amparado con permisos falsos. El Comité de Futbol debe contribuir no facilitando el campo para eventos de ese tipo.
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